Cumplir un año siempre va a sumar muchas alegrías a nuestras vivencias. Es el momento de hacer una pausa y mirar nuestro pasado, cuestionar el presente y visionar lo que se viene. Para mí es la evocación también de la nostalgia, pues son incontables las imágenes que llegan a mi mente de las muchas experiencias e historias por las que hemos pasado y hoy podemos contarlas. Ha sido infinita la alegría, pero también ha habido una dosis de frustración. Hemos enfrentado incontables retos de los que hemos salido vitoriosos y otros en los que ha sido mejor haber retrocedido.
Si bien como sociedad avanzamos en acciones legales y procesos de concientización por el cuidado del medioambiente, aún son muchas las dificultades a las que nos enfrentamos para lograr los cambios con los que soñamos quienes hacemos parte de esta entidad que tiene como objetivo generar una cultura del cuidado y preservación de nuestra casa grande llamada Tierra, donde nuestro principal mobiliario son todos sus recursos naturales y nuestras familias se amplían con cada ser de la fauna que nos acompaña.
Por lo general términos como reciclar, economía circular, protección animal, uso de energías limpias, cuidado del agua y reducción de emisiones de dióxido de carbono son aún novedosos y para muchos totalmente desconocidos. Debemos ser conscientes que estamos en un mundo cambiante y la sociedad cada vez impone paradigmas más complejos a los cuales debemos adaptarnos y enfrentarnos para seguir manteniendo firme la utopía de que un mundo mejor siempre es posible y tenemos la certeza de que estamos avanzando hacia ello.
Nos inquieta un poco que como sociedad hemos emprendido un camino hacia la consolidación de universos de individuos. El mercado que tiene como buen aliado a la tecnología ha logrado una capacidad impensable de reducir el contacto e impedir conocer a las demás personas; por consiguiente, se ha limitado el diálogo siendo difícil conocer las ideas de los demás, sus necesidades, sus dolores, sus alegrías y sus logros. Estamos abandonando al ser colectivo, a las comunidades y a las agremiaciones de intereses comunes. Aprovecho la oportunidad para convocar a que nos cuestionemos el proyecto de sociedad y pensemos en nuevas formas de agrupación, pues el trabajo colectivo siempre es necesario. Quiero que le demos un lugar importante a la empatía, que es tan necesaria para la planificación de futuros donde todos tengamos un lugar.
¿Qué tanto podemos ponernos en lugar de los demás?, ¿qué tanto las necesidades de otros se parecen a las mías?, ¿quiénes piensan parecido a mí?, o, ¿con quienes puedo fomentar el debate y la discusión incómoda que nos invite a repensar el día a día? También, ¿de qué forma lograr la empatía con los demás seres de la naturaleza?, ¿cómo entender que la expansión urbana desplaza a algunas especies de sus hábitats naturales, incluso, condenando a algunas a la extinción por su incapacidad de adaptación?, ¿cómo lograr un equilibrio en la extracción de recursos naturales y regularnos en los excesos innecesarios para darle más posibilidades al planeta de que sus ecosistemas no se desmoronen por el cambio abrupto de sus temperaturas?, ¿cómo concientizar de que las frutas no nacen en envases de plástico en el refrigerador del supermercado y que la leche no brota en el interior de cajas de Tetrapak sino que alguna vez estuvo al interior de un ser vivo?
Los cambios tecnológicos y las ideas de sociedad son siempre cambiantes y podemos caer fácilmente en la ensoñación individual por lo novedoso, pero me gustaría invitar a que volvamos pronto a las búsquedas colectivas y que todos estos temas de las agendas mundiales podamos pensarlas con quienes tenemos cerca. Creemos que para habitar el mundo global y participar de las acciones amplias debemos también enfocar nuestra mirada en lo que está cerca y hoy, en este ambiente festivo, quiero celebrar y conectarme con quienes tenemos cerca e invitar a quienes conocen nuestra historia a unirse a la celebración.
Estamos felices de que como la Corporación Ambiental Vida para un Planeta Verde (Bioplaver) hemos logrado consolidar comunidad, una que se mira día a día a los ojos y que además de sumarse a las preocupaciones ambientales del día a día, se permite empatizar con las preocupaciones, los gustos y las alegrías de todos los que hacemos parte de esta comunidad. Quiero aprovechar para reiterar nuestro compromiso no solo de palpitar con el planeta Tierra, sino de seguir creciendo y fortaleciéndonos como una comunidad que busca el desarrollo sostenible y mejorar la calidad de vida.
Finalmente, quiero agradecer a quienes en estos once años han soñado con nosotros y han formado parte de esta comunidad que es BIOPLAVER, sea como asociado, empleado, voluntario, practicante, cliente, aliado y usuario, con mucho cariño les digo, ¡gracias por creer en este sueño y ser parte de esta historia!