El manejo de la “basura” habla de nuestro compromiso con el medioambiente

Aunque al inicio puede parecer complejo, aprender a separar los residuos sólidos en el hogar implica hacer de esta actividad un hábito. Más adelante intentaré una explicación sencilla con base en la Resolución 2184 de 2019 a través de la cual el Gobierno colombiano unifica el código de colores que regirá a partir del 2021 en todo el territorio nacional para la separación de los residuos sólidos. Cabe anotar que al fin se vislumbra un camino unificado para separar los residuos, porque solo bastaba con pasar de un establecimiento al otro para saber que todos separábamos como podíamos, con manuales distintos, haciendo imposible una educación en torno a la separación en la fuente.

Más allá de sumar un manual a los tantos y necesarios que se encuentran en la web en diversos formatos, quisiera esbozar algunas razones por las cuales debemos hacerlo. No solo basta con repetir de memoria las tres erres de la ecología (reducir, reutilizar y reciclar), es más importante darles sentido a las acciones a la cuales los investigadores del ecosistema y el medioambiente nos invitan insistentemente para prevenir los futuros distópicos que a través de sus estudios vislumbran y predicen. Si tenemos conciencia sobre nuestras acciones; es decir, si conocemos nuestras apuestas sobre lo que hacemos, más que un esfuerzo habría una motivación para, en este caso, hacer del cuidado del medioambiente una práctica común, una rutina, como lo es el cuidado de los dientes o tomar las comidas del día.

Creo que debo comenzar con un principio y es evitar la justificación de no hacer la cosas a partir de los comportamientos del otro. Sé que puede resultar desalentador cuando el esfuerzo invertido en una actividad es, aparentemente, valga la metáfora, lanzado a la “basura” por las acciones de los demás, pero si bien tener prácticas amigables con el ecosistema debería ser un hábito social y común, es importante comenzar como individuo a transformar los comportamientos que afectan al medioambiente y más bien ser referente para el otro desde la experiencia y el conocimiento y no utilizar el desconocimiento o desinterés del otro como excusa para no hacerlo.

Cada vez es más latente la preocupación por las consecuencias que podríamos enfrentar los seres vivos a causa de la degradación del medioambiente. El planeta nos ofrece una diversidad incalculable de recursos que posibilitan la vida, así como los desarrollos que hacen de nuestra presencia en la Tierra algo más cómodo y llevadero. Diferentes organizaciones y gobiernos se han sumado para combatir la degradación del medioambiente y reducir los factores que están generando el cambio climático, pero, en principio, cada uno de nosotros, como habitante de este planeta, es importante incluir en las rutinas y actividades prácticas amigables con el ecosistema. Inicialmente, puede ser complejo y cometeremos errores, pero el aporte de cada uno es, en suma, el aporte de toda una sociedad.

El procurar un ambiente sano es un acto de empatía con la vida misma en todos sus niveles. Cada alteración que degrada el ecosistema pone en riesgo la salud y la calidad de vida de todos los seres que compartimos el planeta; no solo hay perjuicios en los humanos, también generamos afectaciones a los animales y demás especies vivas que ya fueron obligadas a vivir en ciudades construidas sobre lo que antes eran espacios naturales. Y no voy a emitir valoraciones subjetivas sobre si está mal o bien la configuración de ecosistemas urbanos, a los humanos se nos dotó con la capacidad de modificar nuestros entornos para adaptarnos a ellos. Anteriormente solo podíamos transformar el espacio a partir de experiencias locales y cercanas y ahora la tecnología y la investigación nos permiten tener visiones más amplias y predecir impactos futuros por nuestras acciones, así que, si ya contamos con esto, evitemos los riesgos y hagamos uso de los conocimientos que disponemos para mejorar las condiciones de vida.

Nuestra cultura de consumo se debe alinear con nuestro compromiso ambiental

Por evidencia científica, sabemos que, incluso, lo que pasa de un lado del planeta tiene efectos en el otro. Debemos cambiar la visión que de diversas formas es promovida por el mercadeo y la publicidad de que como individuos podemos proveernos de todo lo que queramos, más allá de nuestras necesidades y que a nadie debe importarle lo que hagamos. Somos seres sociales y gregarios por naturaleza y es necesario pensar el futuro juntos para así poder llevar a cabo acciones en pro del bienestar de todos.

Nuestro compromiso con el medio ambiente se mide, inicialmente, a partir de nuestros hábitos de consumo y se evidencia, sobre todo, en la forma como disponemos los residuos que generamos. Desde nuestros hábitos de consumo podemos buscar la forma de reducir los desechos que generamos en nuestro hogar. El primer paso sería, entonces, para empezar a reducir nuestro impacto al medioambiente, tomar conciencia de los productos y servicios que consumimos. Cada quien, según sus necesidades y visitas a las tiendas y supermercados, se podrá hacer preguntas  sobre los hábitos de consumo, tales como: ¿Es necesario cambiar el teléfono celular cada año?, aunque el televisor funciona, ¿debo reemplazarlo porque en el mercado ofrecen otros con más pulgadas?, aunque mi ropa está en buen estado, ¿debo cambiarla para estar a la moda?, ¿realmente necesito que las frutas y verduras estén contenidas en envases o empaques de plástico?, ¿invierto un poco más en productos de calidad y mayor duración o compro los más baratos así deba reemplazarlos seguidamente generando más desechos?

¿Por qué debo hacer una separación adecuada de los residuos sólidos?

Lo que llamamos “basura” o residuos sólidos, son el resultado de nuestras actividades del día a día. Corresponden a las cáscaras, semillas y sobrantes de las frutas y verduras, a los empaques de los alimentos y productos que obtenemos en el mercado y a los objetos que han cumplido su vida útil o se han roto o dañado. Al hacer una separación adecuada, estamos evitando llevar a los rellenos sanitarios insumos que pueden tener otro ciclo de vida en el mercado y así reducir la necesidad de una nueva práctica extractiva de estos materiales que, con la alta demanda de las poblaciones, podría llevar a su escasez o a generar efectos colaterales que afecten la calidad de vida en un ecosistema y, en suma, en el planeta.

Todo lo que tenemos en nuestro hogar fue extraído del planeta; es decir, está elaborado por uno o varios recursos naturales que sufrieron un proceso de transformación para brindarnos un beneficio. Los recursos naturales, aunque algunos son renovables (si se hace una extracción responsable), muchos son no renovables y con nuestras prácticas de consumo se van agotando las fuentes; teniendo en cuenta, además, que la deforestación, el uso abusivo de suelos, la extracción de recursos fósiles y minerales, la ganadería extensiva, la expansión urbana, las acciones en el día a día que afectan la calidad en el aire, entre otros, transforman el ecosistema planetario con efectos en la forma de vida como la conocemos y que, en su mayor parte, no pueden ser remediados.

¿Cómo hacer una separación adecuada de residuos sólidos?

Alineados con las convenciones internacionales, los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de Naciones Unidas, los principios de “economía circular” y los acuerdos y avances interinstitucionales al interior del país, se han buscado mecanismos para regular la generación y disposición de residuos sólidos en el país. Como respuesta, el Gobierno nacional ha emitido la Resolución 2184 de 2019 “por la cual se modifica la resolución 668 de 2016 sobre el uso racional de bolsas plásticas y se adoptan otras disposiciones”, que establece el código de colores para la separación de residuos.

Según la normatividad mencionada, la separación en la fuente se realiza tomando como base los colores blanco, negro y verde, donde blanco es para depositar residuos aprovechables como lo son plástico, vidrio, metales, papel y cartón; negro, para almacenar los residuos no aprovechables como papel higiénico, servilletas, papeles y cartones contaminados con comida, papeles metalizados, entre otros y el verde para depositar residuos orgánicos aprovechables como los restos de comida, desechos de frutas y verduras y similares. Al momento de almacenar los residuos aprovechables se debe tener en cuenta que algunos de estos pueden ser sensibles a la humedad y a residuos de comida como el papel y el cartón, por lo que es importante lavar y dejar secar los residuos contaminados antes de hacer su almacenamiento.

Es importante tener en cuenta que hay residuos que requieren de un tratamiento especial, como los electrodomésticos, los aparatos electrónicos como computadores y celulares, las baterías, las lámparas y los bombillos ahorradores, los desechos hospitalarios, entre otros, donde es importante consultar sobre su disposición adecuada y los puntos de recolección establecidos.

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