Un día sin agua en el mundo

¿Cómo sería un día sin agua? Solo basta consultar con alguna de las 144 millones de personas en el mundo quienes para el año 2015 consumían agua no tratada (tomado del informe Progresos en materia de agua potable, saneamiento e higiene: Atención especial a las desigualdades, 2000-2017). El agua supera las dimensiones físicas de ser un recurso vital para la vida, se ha convertido en una lucha política para ser considerada un patrimonio de la humanidad y desde tiempos remotos ha sido un elemento sagrado sobre el planeta para diversas sociedades en el mundo.

El agua ha sido la base cultural de diversas comunidades, a la vez que ha delimitado bases para la organización social. Las religiones cristianas, como la católica, tienen al agua como un elemento fundamental en el espacio simbólico y espiritual: con agua se bautiza, con agua se bendice y el agua bendita, protege.

En Colombia, en los tiempos anteriores a la colonia, algunos de los pueblos indígenas se organizaban en torno a las fuentes hídricas. Cuentan las historias de sabedores y sabedoras, por ejemplo, que los pueblos Guna Dule y Emberá estructuraron su sistema social en torno a los ríos ubicados en el Pacífico Colombiano y en el Tapón del Darién, incluso entrando en disputas territoriales para estar cerca de las riberas. Solo basta con revisar los nombres de los ríos en la región para encontrar los rastros de las comunidades que los nombraron.

En el caribe, en las islas de San Andrés, Providencia y Santa Catalina, el pueblo negro Raizal se “ombliga” en las playas para mantener una relación física y espiritual con el mar. La ombligada es una práctica del pueblo negro, afrocolombiano, raizal y palenquero que consiste en que cuando se desprende el cordón umbilical “el ombligo” es enterrado en el territorio al cual se pertenece para mantener una relación estrecha con este y la comunidad que allí habita.

Podemos seguir explorando y el agua es la que da sentido y hace posible la vida misma desde sus diferentes expresiones. Pero, intentemos el ejercicio de pensar cómo sería un día sin agua y llegaremos a la conclusión de que es como apagar la fuerza de la vida. Parte de la energía se genera de hidroeléctricas, las plantas que suministran alimentos exigen riego, los animales para el consumo beben agua o viven en ella, utilizamos agua para el café, las bebidas y la cocción de alimentos. La construcción de las viviendas requiere de agua, nos bañamos con agua…

El agua es la base de todo lo existente, pero es un recurso que cada vez se va haciendo más escaso, más para unas comunidades que para otras. Según la Fundación Aquae, el planeta contiene 1.386 millones de km3 de agua, el 97% es salada y el 2.5% se considera dulce. Un 70% del agua dulce está congelada en glaciares y un 30% se encuentra en la humedad del suelo o acuíferos, dejando disponible un 1% en cuencas hidrográficas, de las cuales un 0,025% es potable. Es decir, solo el 0.007% del agua en la Tierra es potable, cantidad que se reduce constantemente por la contaminación.

La Agencia de la ONU para los Refugiados ACNUR indica que los países más afectados por la escasez de agua se encuentran en Oriente Medio y el Norte de África; a su vez, señala que la escasez de agua en el mundo produce consecuencias graves como enfermedades, muchas de ellas graves; hambre por la imposibilidad de sustentar la industria alimenticia; desaparición de especies vegetales, conflictos y desplazamiento forzado de las personas.

Según el Informe de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de 2020, “el agua es esencial no sólo para la salud, sino también para la reducción de la pobreza, la seguridad alimentaria, la paz y los derechos humanos, los ecosistemas y la enseñanza”. Además, se da la alerta de que “los países se enfrentan a desafíos cada vez más grandes vinculados a la escasez y contaminación del agua, los ecosistemas degradados relacionados con el agua y la cooperación en las cuencas de agua transfronterizas. Además, la falta de financiamiento y la debilidad de los sistemas gubernamentales impiden a muchos países lograr los avances necesarios”. La ONU emite la alerta de que si las actuales tasas de progreso en materia de agua no aumentan sustancialmente, no se podrán cumplir las metas del Objetivo 6 propuesto por la ONU para el año 2030 de “garantizar la disponibilidad y la gestión sostenible del agua y el saneamiento para todos”.

Hoy, 22 de marzo, Día Mundial del Agua, celebración propuesta en la Conferencia de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente y el Desarrollo llevada a cabo en Río de Janeiro (Brasil) en 1992, invitamos a tomar conciencia sobre el cuidado y la preservación de este recurso vital y busquemos que sea un patrimonio siempre disponible para toda la humanidad.

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