“No se puede pasar un solo día sin tener un impacto en el mundo que nos rodea. Lo que hacemos marca la diferencia, y tenemos que decidir qué tipo de diferencia queremos hacer”
Jane Goodall
Todos los seres vivos dependemos del planeta Tierra. Necesitamos el agua, el aire, los alimentos, la biodiversidad y todos los recursos que él nos provee. Usualmente, cuando pensamos en medioambiente lo relacionamos con lugares magníficos, rodeados de vegetación, animales silvestres y diversidad, pero la Tierra es un sistema, no podemos aislar los ecosistemas urbanos de los rurales. Esto es importante para entender que las acciones que emprendemos en un sitio, repercuten de manera positiva o negativa en el globo.
La tierra nos suministra lo que ella tiene, pero también se ve afectada por nuestras acciones. La ecuación es simple: si contaminamos el suelo, las plantas no pueden crecer y el suelo pierde su capacidad de producir alimentos; si contaminamos el aire, este puede afectar nuestra salud; si contaminamos el agua, contribuimos al agotamiento de este recurso esencial, si generamos una gran cantidad de residuos contaminamos el agua, el suelo y el aire. Entonces, en realidad, la tierra nos suministra lo que nosotros le damos a ella.
Los hechos son preocupantes: el cambio climático es una realidad, tenemos islas de plástico en medio del océano, las tasas de deforestación aumentan, la extinción de especies y la pérdida de biodiversidad también. Todo esto está pasando aún cuando existe un auge de compromiso medioambiental, las empresas quieren obtener sellos que demuestren que su labor tiene la menor cantidad de impactos negativos en el ambiente, desde todos los medios de comunicación nos hablan de la importancia del reciclaje, del ahorro del agua y energía en el hogar, nos invitan a usar medios de transporte que no contaminen como la bicicleta y nos invitan a consumir menos productos cárnicos. En ocasiones, tanta información llega a ser abrumadora, lo importante es ir avanzando poco a poco, una pequeña acción a la vez, generar buenos hábitos; el cambio lo hacen muchas pequeñas acciones a lo largo de todo el globo y la buena noticia es que cada día más personas se suman a esta lucha que es de todos: el cuidado del medio ambiente.
Toda la vida nos han hablado de las 3 R: Reducir, reusar y reciclar. Y es que estas palabras cuando las aplicamos hacen tanto eco que vale la pena ver acciones sencillas para emplearlas. El primer paso, reducir, nos invita a revisar nuestros hábitos de consumo: no comprar impulsivamente, evitar consumir alimentos con empaques innecesarios (por ejemplo, las frutas empacadas en plástico adicional) y procurar no desperdiciar alimentos. Cuando hablamos de Reusar implica alargar la vida útil de los objetos, por ejemplo, donar la ropa que ya no usamos y esté en buen estado, utilizar los frascos en los que vienen los alimentos como vasos o contenedores, utilizar el papel por ambas caras o utilizar las botellas de los detergentes como materas en casa. Si después de reducir y reutilizar, aún quedan residuos para desechar, debemos separarlos, identificar las rutas de recolección de material aprovechable o, en su defecto, identificar al reciclador de oficio que pasa por los barrios y entregarle todo el material que puede ser reciclado: papel, cartón, plástico, metal y vidrio.
Otra manera de apoyar la conservación del medio ambiente es reutilizando el agua, por ejemplo, la que desecha la lavadora al terminar su ciclo de lavado. Esta agua puede servir para lavar los patios, la trapera o los baños. Incluso, cuando es posible, se puede recolectar el agua de la lluvia para estas labores.
Como ciudadanos también debemos conocer y ser veedores del cumplimiento de la normativa ambiental en nuestro territorio, de los proyectos que se quieran realizar y de las propuestas en pro del desarrollo económico, ambiental y social en nuestra región.
Desde un punto de vista corporativo, para aportar desde las empresas al cuidado del medio ambiente, se puede estudiar, evaluar y aplicar el modelo de economía circular, tener campañas de educación ambiental con los empleados, estar actualizado en cuanto a la normativa ambiental vigente y cumplirla, revisar constantemente los procesos de producción para identificar como se pueden optimizar y aplicar un sistema de gestión ambiental en la organización.
El cuidado del medio ambiente es una labor diaria, que debemos ejecutar con amor, pensando en nosotros mismos y nuestros demás compañeros en la tierra: los animales y la plantas y en las generaciones futuras. Recuerda que cada acción cuenta y que no podemos cambiar el mundo solos, pero si podemos aportar una acción que se sume a la de todos.