¡No todo lo que botamos es basura! La mayoría de los objetos que disponemos, en algún momento, dejarán de tener una utilidad, sea porque se dañaron, se deterioraron o se volvieron obsoletos, lo que va a llevar a que los desechemos. Es importante saber clasificar los residuos sólidos según su naturaleza para, posteriormente, hacer una disposición adecuada.
Es importante reconocer la naturaleza de los residuos de los que queremos deshacernos, pues muchos de ellos pueden ser recuperados para cumplir otro ciclo en las cadenas productivas. Si bien la base del cuidado del medioambiente parte de nuestras prácticas de consumo, una adecuada disposición final ayuda a mitigar los impactos que ya ha sufrido el planeta con nuestras prácticas cotidianas. Según el residuo que vayamos a desechar, si es un residuo eléctrico o electrónico (RAEE), un material de empaque reciclable, un residuo peligroso o un residuo orgánico, un paso importante es identificar si en las disposiciones legales si hay algún programa de posconsumo asociado, pues estos buscan un nuevo aprovechamiento para los materiales recuperables y hacer una disposición adecuada de aquellos que pueden ser peligrosos para la salud humana o del ecosistema.
En Colombia, a través de resoluciones expedidas por el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible, se ha reglamentado la disposición de pilas y baterías usadas, medicamentos vencidos, computadores e impresoras en desuso, bombillas fluorescentes, llantas usadas, envases de plaguicidas domésticos y, más recientemente, envases y empaques. Diferentes organizaciones y empresas han creado los llamados “programas posconsumo” según sus capacidades y responsabilidades asociadas a sus actividades económicas y es importante identificarlos cuando en nuestras manos tenemos un residuo que requiere una disposición especial. Hacer un posconsumo adecuado nos hace consumidores responsables.
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